Cuando un año termina

Foto de estudio de Alendra, chicas junto al piano

Miro atrás y pienso en el año que termina. Ocurre por un momento solo. Un segundo eterno donde todo el año se hace presente. Y además hay cabida para soñar el futuro. Ha sido un año bueno en el que he podido aprender y crecer, he podido luchar por hacerme más mujer y mejor ser humano, junto a mis hijos y mi familia, mis amigos, mis canciones… ¿Qué otra cosa puedo pedir o desear para este que empieza en un par de días? Miro alrededor y la realidad está bastante complicada. Hay mucha gente, muchos nombres y muchos rostros que están sufriendo demasiado. ¡Nos falta coraje para amar y para dejarnos amar! El paisaje muestra un exceso de incertidumbre vital y social, de explotación laboral, de paro enquistado, ¿qué hago? Nuestro alrededor más cercano sigue sufriendo un año más, y la gran cuestión, como la llamo yo, del ser humano: el hambre en el mundo, dista mucho de desaparecer. Es verdad, que hay miles de pequeños gestos que transforman la vida y el sufrimiento. A ellos me apunto otra vez este año que comenzamos, y si puedo con más pasión y ternura. Un buen texto, ahora mismo para mí mucho más que eso, os dejo aquí como un regalo para este año 2015. La autora del mismo es Marianne Williamson, lo hizo suyo, y lo leyó Nelson Mandela en su discurso inaugural como presidente de Sudáfrica. Nuestro miedo más profundo no es que somos inadecuados. Nuestro miedo más profundo es que somos Poderosos sin medida.

Es nuestra luz, no nuestra oscuridad la que nos asusta. Nos preguntamos, ¿quién soy yo para ser brillante, magnífico, talentoso y fabuloso? En realidad ¿quién eres tú para no serlo? Tú eres un hijo de Dios. Actuar insignificantemente no sirve al mundo. No hay enseñanza en hacerse pequeño para que otras personas no se sientan inseguras a tu alrededor. Hemos nacido para manifestar la gloria de Dios en nosotros mismos.


No está sólo en algunos de nosotros, está en todos.

Y al dejar brillar nuestra luz inconscientemente damos permiso a otros para hacer lo mismo. Al liberarnos de nuestro propio miedo, nuestra presencia, automáticamente libera a otros.

5/5
Una reflexión sobre el final del año. Nos falta coraje para amar y para dejarnos amar, con más pasión y ternura.

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