La pintura de la intimidad

La pintura de la intimidad 3/3

La pintura de José Luis Campos cuenta nuestra propia vida. No se trata solo de poner palabras a las combinaciones del color o a las sensaciones que te transmite la urdimbre final que se nos ofrece. Se trata de otro asunto. Los cuadros que aquí se van a exponer nombran la realidad. Ahora bien, ponen nombre a la materialidad que pertenece al mundo de lo que nos sostiene, pero no podemos ver. Y, no me refiero al interior del artista. Porque no creo en ningún interior del artista. De lo que susurran estos cuadros es de historias mínimas y ancestrales que nos conciernen a todos los que estamos en el trajín de lo cotidiano. Es, por tanto, con la otra parte de la realidad con lo que nos vincula estos cuadros. ¿Qué es sino una hendidura, que en el centro del cuadro titulado Renacer, lucha por apartar a los lados el blanco que nubla porque nada tiene escrito? ¿No es el pequeño vacío por donde se podrá construir otro tiempo? La aleación de emociones, de sentimientos o de color, está al servicio de la mirada de quienes nos vamos a acercar a los cuadros. Porque son llamaradas que unas veces bajan al sótano donde duermen las heridas, y otras lamparillas para honrar el misterio del encuentro, o del volver a vivir tras atravesar los estertores de los barcos a tientas en el temporal. Las imágenes de estos cuadros me traen a mi intimidad aquí conmigo, y a otras fotografías mías que erraban por ahí en algún pliegue demi fuente y mi plaza de cinco años o de mi amor como a nadie de mis veinte. La seducción de estos cuadros la emparento con aquello que el pensador G. Bachelard llamaba el ensueño: esta pintura de la exposición Renacer me entreabre el tragaluz del cofrecillo de la ensoñación transformadora. Lo que se agradece, ahora que el tiempo líquido, que diría Z. Bauman, nos ha metido en una espiral ciega de ´presentismo´ totalizador y desalmado.

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Si los cuadros que componían Luz de un sueño eran un monólogo interior y el planteamiento de un trazo en el horizonte que permitiera seguir pintando, Ojalá una mirada era, obviamente, un intento de diálogo con unos ojos que pudieran sostener el desconsuelo. Ahora llega, y lo agradecemos mucho, otra entrega. Con ella, otra historia, otro paisaje. Renacer: como una conversación de quien sale del vientre de la ballena y se atreve a desenrollar y desplegar su propia mirada a un sueño con otras luces como recién traídas de un oasis que está empezando a vivir.

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Contemplo las letras de cada color, los símbolos que atornillan los trazos gruesos y las líneas delgadas, las sombras y el despliegue meditado y amoroso de la luz. Me acercan a un mundo íntimo y mío, pero que, de esta manera insólita, solo puedo conocer paseando por los cuadros de Renacer. Ahora gano la consciencia de que lo que empezó siendo, desde la mirada del cuadro a mis ojos, un susurro ha mudado en conversación.

5/5
Palabras sobre la exposición bajo el título "Renacer", de José Luis Campos, pintor.

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