Al sol le gusta que lo busquen

En el estudio, ensayando

Si cierras las puertas a todos lo errores, dejarás afuera a la verdad.

El sol y la luna, la noche y el día, envolviéndonos desde nuestros más antiguos recuerdos. La noche, con su halo de inquietud, protegida por la luna. El sol alumbrando nuestros quehaceres cotidianos. Demasiada luz a veces que queda ensombrecida por la tenue y secante luz calma de la luna. Hoy en medio, o fuera y dentro a un mismo tiempo, en un aquí y ahora que podría ser catalizador, pero es cegador, pues ni recoge ni siembra, hoy digo, es preciso resistir y crear, por utilizar un lema caro a G. Deleuze. La contradicción somos nosotros. No viene y luego se va. O la tenemos en algunos momentos de nuestra vida. No, no así de fácil ni esquemático. Es una cuestión ontológica, que determina nuestro ser en la vida y en el mundo. Con las contradicciones nos las tenemos que ver, y dar gracias si las vemos. Resolverlas creo que no es tan sencillo, y en cualquier caso, hemos de tener mucho cuidado, por si en el intento, se disuelven todas ellas en nuestro cuerpo, y en nuestra conciencia, porque esa es la manera de no poder verlas, ni identificarlas.

La lectura adulta del prestigioso libro El principito, tiene parte de responsabilidad en la creación de esta canción. El principito fue un libro prestigioso en mi primera adolescencia. Me lo regaló una de mis hermanas, y ejercía sobre mí un poder hipnótico arrebatador. Lo leí varias veces. Tenerlo en mi escuálida librería me producía orgullo. No se trata únicamente de lo mal que entienden los adultos el mundo de los niños. Es un asunto más entrelazado. Se trata de dedicar la vida a desenmarañar los lugares, los espacios, las realidades donde fuimos perdiendo «lo que es esencial a los ojos», lo invisible, que para mí es lo nuclear, la matriz, el claustro materno que rehacer cada día. Porque nunca hubo un claustro consumado, ni nunca estuvo ultimado al fin, sin embargo se fue destejiendo y deshilachando en una vida donde es difícil amar y que nos amen. La compra venta de prácticamente todo en nuestra vida, hasta de la amistad. El oponerse a todo eso. No querer huir sino adentrarse hacia abajo, hacia la construcción de relaciones humanas mejores. Porque desde el aprendizaje del silencio podemos conocer mejor nuestra sombra, y nuestras heridas. Porque las preguntas son más importantes que todas las respuestas. Porque cada vida, todas la vidas, todas, tienen el derecho a hacerse sus propias preguntas en dignidad. Porque una canción puede proponer una formulación distinta de los interrogantes. Porque, en fin, si tú no te quedas sentado, yo tampoco, y seremos capaces de crear un tiempo y un espacio de mucha gente que busque el sol, en los lugares más insospechados del dolor y las soledades del mundo.

Al sol le gusta que lo busquen

Si no sabes qué precio tiene la huida,  
si no usas las reglas de confusos profetas.  
Si alargas la mano para limpiar la herida,
si amas la vida, si lo haces a manos llenas.  


No te quedes sentado y triste,  
al sol le gusta que lo busquen en el
desconsuelo de las lunas,  
en la noche al aire libre.  
Si no sabes qué valor tiene tu palabra,  
si conoces qué pasa en el Barrio Global.  
Si comprar es un fantasma en Transilvania,  
si las certezas son energía de vendaval.  
No te quedes sentado y triste,  
al sol le gusta que lo busquen  
en el desconsuelo de las lunas,  
del dolor al aire libre.  

Si tu sombra cuesta una noche de silencio,  
si a día de hoy tiemblas con un adiós.   Si el futuro se aviene a vivir, de momento,  
si las preguntas no cierran la puerta al error.  

No te quedes sentado y triste,  
al sol le gusta que lo busquen  
en el desconsuelo de las lunas,  
en la noche al aire libre.

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Al sol le gusta que lo busquen
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La motivación y explicación de cómo surgió la canción Al sol le gusta que lo miren, de Alendra.

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